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Por un buen servicio de trenes de alta velocidad!!

El AVE pasa la prueba de los minusválidos

Noticia de nortecastilla.es:
El AVE, sin barreras
Cuatro usuarios de sillas de ruedas de la asociación Aspaym ponen a prueba al nuevo tren de alta velocidad para comprobar su accesibilidad y comodidad para discapacitados físicos
Los cuatro viajeros en silla de ruedas son recibidos en la estación madrileña de Chamartín por Nuria Aparicio, responsable de accesibilidad de Renfe, y dejan atrás el AVE en el que han viajado. De izquierda a derecha, Miguel García, Nuria Aparicio, Juan Ángel Vergara, Jesús Rubio y Francisco Sardón.
Cumplido justo el primer mes del AVE Valladolid-Segovia-Madrid, los usuarios de sillas de ruedas han querido comprobar personalmente la accesibilidad de este nuevo servicio para incorporarlo, como cualquier ciudadano, a sus vidas. Madrid y Segovia ofrecen mucho y estos discapacitados físicos no quieren perdérselo, así que la asociación que los ampara, Aspaym, emprendió este miércoles, con cuatro testigos, el viaje desde la dificultad de una silla de ruedas. Y no sólo es desplazarlas, su ancho, las ruedas que pueden encajarse en rendijas de la estructura del suelo, el necesario giro... deben encontrar su espacio por la estación, una forma de entrar al vagón, situarse en un asiento o acceder al cuarto de baño.

El AVE pasó la prueba y los cuatro viajeros lo calificaron como el transporte más accesible y cómodo para un minusválido, junto a los autocares, aunque estos últimos no pueden ofrecer lo que la Alta Velocidad lleva por bandera y por nombre. Jesús Rubio y Juan Ángel Vergara, ahora con 38 y 40 años, padecen una lesión medular por accidente laboral que en el 2005 y el 2004, respectivamente, les postró de por vida en una silla que ya manejan con habilidad pero que siempre es un riesgo. El más veterano y presidente de Aspaym, Francisco Sardón, que ayer mismo cumplió 39 años, lleva ya 19 impedido por un accidente de coche, la misma causa del problema de Miguel García, de 38 años, que cumple cinco con minusvalía.

Ayudados por Ildefonso Linares, de Aspaym, llegaron a la estación Campo Grande con tiempo de disfrutar sin problemas de un café y de recoger en Atención al Cliente los billetes que, de forma automática al sacarlos con 24 horas de antelación, prevén personal de ayuda para discapacitados físicos y reservan los dos puestos que, con anclaje, tiene cada AVE.

El acceso no fue muy complicado. Una pequeña rampa salva la distancia entre vagón y andén; aunque por la estructura de la estación de Valladolid, no ocurría así en Chamartín donde hay menos desnivel entre suelo y tren, precisaba de alguien que empujara la silla porque sin ayuda era inaccesible al haber demasiado desnivel, no para los ojos de la mayoría de los viandantes, sí para los de un parapléjico. Salvado sin problemas el obstáculo, con la ayuda del personal de Atlantis, contratado por Adif para favorecer la accesibilidad de las estaciones, los cuatro viajeros llegaron billete en mano a sus asientos. Jesús y Juan Ángel de forma cómoda, ágil y accesible, ocuparon los llamados 'H' destinados a este tipo de minusválidos, es decir, que viajaron en sus propias sillas de ruedas. Miguel y Fran lo tuvieron un poco más difícil y precisaron trasladarse a los asientos contiguos habilitados para todo tipo de pasajeros. El pasillo, algo estrecho para circular con silla de ruedas, puso alguna traba para acomodarlos y todas para que pudieran acudir después a la cafetería, pese a que está ubicada en el mismo vagón que acoge los dos billetes de parapléjicos. Y es que la normativa al respecto establece distancias de setenta centímetros y el tren las cumple pero las sillas suelen ser más anchas. La mayoría de las eléctricas tienen una amplitud que permite circular por los pasillos pero su gran peso, más de setenta kilos, frente a las plegables de sólo nueve o doce, hace que muchos usuarios opten por estas últimas que además pueden meterse en el coche o taxi. Fran apunta que es habitual encontrarse con espacios «que cumplen la normativa y que, por lo tanto, su voluntad es la de ser absolutamente accesibles, pero la realidad es otra, la mayoría de las sillas son de cien centímetros y no pasamos».

No obstante, destaca el presidente de Aspaym, «hay que reconocer que les hemos puesto en un aprieto, hemos llevado a Renfe a la máxima dificultad porque en absoluto es habitual que viajen cuatro personas en silla de ruedas a la vez y si sólo hubiéramos sido dos, la cosa hubiera ido perfecta».

Ninguna queja en cuanto al trato, las ayudas y la accesibilidad en general, tampoco en las estaciones, ni Campo Grande o Chamartín que disponen de ascensores para acceder en ambos al andén preciso. No obstante, coinciden en señalar Miguel y Francisco, en otros trenes las dificultades son serias, ni todas las estaciones tienen este personal de apoyo ni son accesibles, pero el AVE está muy bien». «El mayor problema -añade Fran- lo tienen los minusválidos de zonas rurales o ciudades pequeñas como Astorga donde es realmente difícil para nosotros coger un tren».

El viaje fue un vuelo, puntual en salida y en llegada tanto a la ida como a la vuelta. Vivir con esta dependencia es duro y es muy difícil asumir los contratiempos. Además, según la altura de la lesión medular, la incapacitación varía. El grupo, no obstante, disfrutó de la experiencia.

Ya en Chamartín, Nuria Aparicio, ejecutiva de Desarrollo de la Accesibilidad de Renfe, recibió a estos particulares excursionistas. Están de acuerdo, y en Madrid así se hace, en la formación para el personal de ayuda en cuanto al manejo de sillas de ruedas y del propio discapacitado cuando precisa trasladarse. En cualquier caso, el AVE ha borrado en parte malos recuerdos de otros viajes en tren. Fran se propone introducir desde Aspaym Castilla y León este tipo de formación para personal de accesibilidad como trabaja ya en poner en marcha una oficina de asesoramiento frente a las barreras arquitectónicas.

Cada uno hizo su valoración final. Para Juan Jesús, ha sido «una experiencia nueva, incluida la caída, y resulta cómodo y accesible, nada que ver con el viaje que hice en un tren normal hace seis meses».

Jesús es la primera vez, desde que está en silla de ruedas, que sube a un tren. «Pienso que ha estado muy bien y espero que sea igual otras veces que vengamos de forma individual y con la familia no como asociación».

Miguel también pone buena nota, «el único problema se plantearía si viajáramos un grupo grande porque, con anclaje, sólo hay dos plazas». Fran insiste en que «hemos puesto al AVE en una situación comprometida, y lo han resuelto bien. La ubicación de los asientos 'H' es muy correcta, es una pena lo de los pasillos».

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